No se tú, pero yo... este sábado que pasó me quede pegado a crónica TV mirando el recital grabado del inigualable Armando Manzanero, el gran bajito mexicano de los boleros, el que se sienta frente a la teclas de un piano y ahí nomás sale disparado como su compatriota Speedy González hacia una de las canciones, entre sus más de cuatrocientas, más bonita y cantada del mundo. Armando, el mismo chamaco que escribió muchas de esas canciones para un montón de giles cuyo único mérito era que tenían mejor voz que él.
Manzanero le canta al amor, a las mujeres, a las mujeres y a las mujeres... y como si no le alcanzara con su poderosa poesía les dispara durante su recital con gruesa munición de otros autores.
“Dormir contigo es el camino más directo al paraíso... es embriagarme con el susurro de tu hablar, es comprender la dimensión que tiene un verso...” Escuchar al pequeño gran Armando es correr el riesgo de acabar lagrimeando por aquellos amores que todos pretendemos tener olvidados. Así es que entre tema y tema comienzo por recordar a Raquel, aquella muchacha alta, de ojos grandes y celestes, amor imposible, amor para siempre y termino pensando en Liliana, la del primer beso, la del primer abrazo, la del primer... bueno, ya saben.
Cantar boleros hoy suena pasado de moda... pero cantar canciones de Manzanero es siempre actual, tanto como reír con el Chavo, pasear por las playas de Acapulco o soñar que le hacemos el amor a... Thalía.
“Huele a peligro…” empacharse de Manzanero, Armandito, sábado a la noche, vaso de tinto bien helado, boleros, versos y recuerdos de viejos amores... le dan ganas a uno de volver a enamorarse.